Borges e o autor assombrado: taraxía, alusão e anacronismo
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Data
2017-05-04
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Editor
Universidade Federal de Goiás
Resumo
Este texto es resultado de una pesquisa que investiga fundamentos estéticos y poéticos en la obra
de Jorge Luis Borges (1899-1986). Su proposición fundamental es la que hay, en la producción
literaria del porteño, una estética fundada en el peculiar escepticismo del autor. Diferentemente de
los escépticos pirrónicos, que leyó y comentó en algunos de sus ensayos, Borges no desea el acceso
a la tranquilidad (ataraxía) cuando aplica la suspensión del juicio (epokhé) a proposiciones de
disciplinas diversas, percibidas como igualmente insuficientes en su pretensión de alcanzar a la
verdad. Con aspiraciones estéticas, Borges investiga la perturbación (anomalía) causada por juicios
discordantes con el interés de localizar las construcciones intelectuales más adecuadas al ejercicio
de destitución de la estabilidad conceptual del mundo y de nuestra existencia en él. De esta manera,
el escepticismo de Borges, estéticamente interesado, tiene como objetivo el asombro (taraxía). El
vocablo, recurrente en los escritos del autor, designa esta propiedad distintiva: la estética del
asombro. El tratamiento aporético del tiempo es el movimiento primordial de la estética del
asombro –desestabilizarlo es esencial para que nuestras relaciones con el mundo, con el otro, con
el conocimiento y el autoconocimiento sean cuestionadas por Borges. En un segundo momento, la
pesquisa investigada dos procedimientos poéticos fundamentales para la estética del asombro: la
alusión y el anacronismo deliberado. La alusión es una operación importante para la estética del
asombro por dos razones. 1) Si el conocimiento vedado nunca puede ser descrito o verdaderamente
presentado, únicamente se alude a él. Son los sutiles efectos o evidencias de la infiltración de este
conocimiento o ser superior en nuestro universo (trabajados por la alusión) que dan al mundo su
apariencia asombrosa de pesadilla o delusión. 2) La alusión es, según Borges, el procedimiento
capaz de conceptuar, porque se refiere (alude) a la generalidad, no al individuo. Es por la alusión
que el autor señala un más allá, que se hace capaz de abordar nuestro ser en el mundo. El segundo
procedimiento, el anacronismo, es un ejercicio de apropiación comprendido como distanciamiento
productivo, respuesta a autonomía semántica del texto primero. Es un instrumento poético que
Borges pone en práctica, pero que también sufre los efectos del asombro cuando es asociado a
representación del autor, el asunto final de este trabajo. La pesquisa sugiere que, en la
representación del autor por Borges, ocurre una interpolación entre dos arquetipos, que son
extensiones de la aporía fundamental de la estética del asombro: el autor que habita la eternidad y
el autor que habita el tiempo como duración. El primero arquetipo es una especie de panteísmo
aplicado a la figura del autor. El anacronismo deliberado, en él, se convierte en posesión inmediata:
no hay nada que no sea a él accesible y que no esté registrado en su Libro Total. Es la
personificación arquetípica del Espíritu de la Literatura: absoluto e indivisible. El arquetipo del
autor que habita el tiempo es la figura de una persona melancólica, que así es porque llegó
demasiado tarde a la historia de la literatura. Es rehén del tiempo; entiende la tradición literaria
como completa e inalienable. El anacronismo deliberado es, para él, inconcebible. Su última
reacción es la tendencia a la interdicción.
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Citação
OLIVEIRA, G. P. C. de. Borges e o autor assombrado: taraxía, alusão e anacronismo. 2017. 313 f. Tese (Doutorado em Letras e Linguística) - Universidade Federal de Goiás, Goiânia, 2017.